Agentes de Pastoral de la Salud

¿Qué es la Pastoral de la Salud?
  • ¿Qué es la Pastoral de la Salud?; 
  • Perfil del Agente de Pastoral de la Salud, 
  • El Agente de pastoral y sus funciones; 
  • Naturaleza de la Pastoral de la salud y sus agentes;
    Introducción
    Los Evangelistas pusieron bien de manifiesto la opción preferencial de Jesús por el sub-mundo del sufrimiento, puesto que sus obras de curación constituyen al menos una décima parte del texto de los evangelios. En el Sermón de las Bienaventuranzas Jesús privilegió a los pobres sumergidos en el sufrimiento (Lc. 6,20 ss.).
    La acción sanadora de Jesús no es la obra de un curandero, taumaturgo, terapeuta o médico. No es el opositor de la ciencia médica, ni siquiera desarrolló ningún discurso sobre la salud, sino que es suscitador de nuevas experiencias saludables y salvíficas.
    Toda su vida, incluso su dolor, sufrimiento y muerte, es un generar salud tanto a nivel físico como en lo emocional, social, intelectual y religioso de cada individuo y de la convivencia social.
    Sanar es una forma de amar. Su acción terapéutica procede de una persona sana (vive en clave de salud), saludable (irradia salud), sanadora (regenera salud); de una persona que vive una salud integral, responsable, gozosa, liberadora, solidaria, personal y comunitaria, abierta a la salvación.
    “No basta con que haya preocupación cristiana, ni basta con que hagamos proyectos con inspiración evangélica para que sea acción pastoral. El telefonista, el chofer de la ambulancia, etc. pueden ser cristianos convencidos... Su tarea no es, por ello, una tarea pastoral” (Fons D´Hoogh)
    ¿Qué es la Pastoral de la Salud?
    “Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar” (Lc. 9,2)
    Pastoral de la Salud es la presencia y la acción, en nombre del Señor Jesús, de un ministerio de relación de ayuda, específico, entusiasta, encarnado y capacitado, iluminativo, celebrativo, creativo y organizado que tiene como modelo acabado la espiritualidad del Buen Samaritano. El sale al encuentro del enfermo, de su familia, de los profesionales de la salud, de las estructuras de salud y de todas las personas para potenciar una cultura más humana y más cristiana frente al dolor, al sufrimiento, la discapacidad, la agonía, al duelo y a la defensa de la vida.
    Ministerio llevado a cabo desde la fe, por el anuncio y testimonio de toda la comunidad cristiana (específicamente por el obispo, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, ministros extraordinarios de la comunión, agentes de pastoral, profesionales cristianos de la salud y por el mismo enfermo) apoyándose en los auxilios de la gracia divina que son dados en la vida sacramental, en la escucha de la palabra revelada y en la vida profunda de oración.
    Su objetivo: es ofrecer salud-salvación por medio de la curación, asistencia, liberación, sanación, reconciliación, sentido vital, crecimiento humano y salvación.
    Su misión: es el encuentro con el enfermo, su familia, con los profesionales de la salud, con las estructuras de salud y con los sanos para potenciar un cultura mas humana y cristiana frente al dolor, al sufrimiento, a la discapacidad, a la agonía, a la muerte, al duelo y a la defensa de la vida.
    Los envío a proclamar el Reino y a curar” (Lc. 9, 12) es el mandato de Jesús a sus discípulos que hoy nosotros como cristianos debemos asumir en nuestra diócesis que se prepara para celebrar sus 50 años.
    Para el enfermo, los centros de salud, los hogares de ancianos, y sus mismas casas, pueden ser el lugar de grandes soledades, pero también el medio para encontrarse consigo mismo, con la ayuda de otros enfermos, con el amor de los suyos, con personal  sanitario que trata de forma humana y competente y con Jesús, cuyo nombre significa “Dios es la salud”.
    Para el personal sanitario y los familiares de los enfermos, el centro sanitario y la casa del enfermo son a menudo fuente de dolor, angustias reprimidas y de conflictos, pero si se vive cristianamente, también puede transformarse en una de sus más hondas satisfacciones que provocan y ayudan al encuentro entre el enfermo y Jesús “El Buen Samaritano”, que se hace prójimo de aquel que sufre.
      Perfil del agente de pastoral de la salud
    “Lo que hicieron a cada uno de los más pequeños a mí me lo hicieron.” (Mt.25,40)
    Es una vocación, un llamado por Dios a trabajar en favor de la vida y de la salud; es presencia amorosa y liberadora de Jesús que levanta y sana.
    Es una persona rica en humanidad, que comunica cercanía, acogida y cariño; capaz de escucha y de acoger al otro con su historia personal, su individualidad y ofrecerle hospitalidad en su corazón.
    Tiene una personalidad equilibrada y posee una cierta madurez humana y psicológica que le permite iluminar y orientar en las situaciones conflictivas y de crisis.
    Dinamiza procesos de transformación: de realidades de sufrimiento, dolor y muerte, en realidades de vida y esperanza.
    Es una persona abierta a la formación y capacitación permanente, se preocupa por actualizarse y ofrecer un servicio adecuado a los que sufren.
    Persona de silencio, contemplativa; cultiva la dimensión espiritual y la relación con el Señor a través de la oración y la Palabra de Dios. Sabe acercarse con delicadeza y respeto al misterio del sufrimiento, no para explicarlo ni defender a Dios sino para testimoniar la presencia del Señor que ama, solidariza, acompaña. Encarna los valores evangélicos de la compasión, la misericordia el amor la entrega.
    Posee una capacidad de liderazgo que le permite animar, coordinar, dinamizar y estimular lar las fuerzas vivas de la comunidad y el trabajo de los grupos pastorales.
    Es un educador natural, capaz de acompañar en los procesos de cambio, descubrir los talentos, favorecer la creatividad, despertar y canalizar expectativas.
    Es respetuoso de la libertad religiosa y de las creencias de los enfermos, de los familiares y trabajadores de la salud. Reconoce y acepta las diferencias en un mundo pluralista y es abierta al diálogo.
    Cree y favorece el trabajo en equipo y la colaboración interdisciplinaria; está abierto al aporte que otras ciencias pueden dar a su trabajo
    Tiene una conciencia eclesial de comunión y participación, sabe trabajar en una pastoral de conjunto, facilitando la integración con las otras áreas específicas.
    Cultiva la paciencia, la perseverancia, la constancia, sabe llevar a buen término lo planes y proyectos propuestos y es fiel a su compromiso.
    Es una persona discreta, no impone su presencia . Atenta para captar lo que el otro quiere y necesita; respeta sus silencios y confidencias. Reconoce su pobreza, sus límites y es consciente de no poder resolver tantos problemas pero tiene un corazón capaz de hospedar todo sufrimiento y comunicar consuelo, serenidad, paz.
    Posee un buen conocimiento de la realidad, está capacitado para educar en la promoción de salud y prevención de las enfermedades, así como de las ciencias sociales, etc.
    Estos rasgos los podríamos resumir así:
    Una inteligencia animada por el corazón. No se ayuda realmente al que sufre si no se le ama. La vocación debe ahondar sus raíces en et corazón.
    Una entrega total. No se es Buen Samaritano solo algunas horas, ni se puede considerar la pastoral de la salud como algo obvio y limitarse a ejercerla con criterios generales.
    Un gran sentido sobrenatural. El servicio espiritual no precede ni sigue a la asistencia corporal, sino que la acompaña. El sentido del sufrimiento sólo se descubre en una dimensión sobrenatural.
    Una sincera piedad mariana. La Virgen María, la dócil sierva del Señor, es el mejor punto de referencia para mirar a Cristo en nuestro trabajo con todos los que sufren.
    El Agente de Pastoral y sus Funciones
      El Señor será un refugio para su pueblo Jl. 16
    En el interior de las estructuras sanitarias, el agente de pastoral es, ante todo, testimonio y portavoz de la dimensión religiosa del hombre. Su presencia tiene el propósito de asegurar al enfermo una asistencia global e integral.
    Agente de pastoral no es únicamente el sacerdote, sino también los religiosos y los laicos que se han comprometido en ese servicio pastoral. El ministerio en el mundo sanitario se sitúa en el marco más amplio de un servido entendido como integración y explicitación de distintas funciones o de diferentes papeles en los que ahora profundizaremos:
    -la función simbólica;
    -la función consoladora;
    -la función de guía espiritual;
    -la función de facilitación; .
    -la función ritual. 
    La Función Simbólica
    A menudo, los sacerdotes no son conscientes del valor simbólico inherente a su identidad. También es cierto que algunos se hallan tan imbuidos de la identidad simbólica que la utilizan para cubrir una carencia de madurez humana y religiosa.
    La dimensión simbólica aparece en el momento encuentro pastoral. La figura del agente de pastoral desencadena en el enfermo una serie de reacciones relacionadas con su experiencia anterior con figuras religiosas.
    Si tal experiencia ha dejado un buen recuerdo, tenderá a relacionarse positivamente con el agente de pastoral, en quien verá al representante de determinados valores: Dios, Iglesia, comunidad, fe, perdón, comprensión, oración...
    Una anciana le decía al capellán: "Padre, vuelva usted; su visita me hace mejor que la del médico. Usted me recuerda que Dios está conmigo en la enfermedad".
    Si, por el contrario, el enfermo arrastra una experiencia negativa con un representante religioso, tendera a proyectar sobre el capellán reacciones y simbolismos negativos tales como: juicio, culpa, pecado, infierno, alejamiento...
    Un hombre de 62 años que había sufrido un infarto al verme entrar en su habitación, me dijo: "Padre, no quiero que usted pierda su tiempo conmigo. Yo creo en Dios pero no en la Iglesia ni en los curas". El breve diálogo que siguió me iluminó sobre el porque de esta reacción. Cuando aún era joven había sido reprendido públicamente y echado de la Iglesia por un sacerdote. El no había olvidado nunca ni perdonado este gesto. Una experiencia negativa de la adolescencia había causado su proceso de alejamiento total de la Iglesia.
    Incidentes de este tipo evidencian el poder que el símbolo religioso reviste y el modo en que puede ser percibido. Hay quien acoge con alegría al agente de pastoral y quien lo acoge con miedo y hostilidad.
    Las reacciones, disimuladas o evidentes, pueden permitir el acceso a la historia religiosa del paciente y ofrecer puntos de partida para aclarar estados de ánimo, prejuicios y ofensas sufridas.
    La Función Consoladora
      En la dinámica de un encuentro pastoral, el modo en que uno se relaciona con el enfermo le ofrece la posibilidad de esclarecer, confirmar o cambiar su percepción inicial.
    Una cualidad pastoral esencial es la habilidad de "sintonizar" con la historia personal del paciente. El verse escuchado le permite expresar sus necesidades, sentirse tomado en consideración y llegar a una mayor comprensión de sí mismo.
    A veces la respuesta más profunda a la vulnerabilidad del otro es un silencio lleno de comprensión.
    Otra cualidad pastoral que es necesario cultivar es la capacidad de instaurar una relación de amistad con el que sufre. Convertirse en su amigo significa quererlo, encontrarlo en su propio nivel. A menudo, aquel a quien visitamos no se reconoce en la Iglesia institucional y prefiere que la relación permanezca a un nivel no religioso. Estar abiertos a aceptar su actitud, sin sentirse personalmente ofendidos, ayuda a mantener las puertas abiertas para profundizar el tema en el futuro.
    Hace tiempo presidí la para liturgia fúnebre de un hombre de unos 40 años. Había sido su última voluntad, luego de una larga y valiente lucha contra el cáncer. Entre nosotros se había desarrollado una amistad a lo largo de dos años. Sincero y decidido, desde la primera visita me había expresado el deseo de establecer conmigo una relación en la que me viera como amigo, no como sacerdote. Tan sólo en las últimas semanas de su vida me pidió que orara con él y que le administrara los sacramentos. Había llegado el momento en el que estaba preparado para ver en mí al ministro de Dios.
    La Función de Guía Espiritual
    El mayor desafío para el agente de pastoral es estar con las personas cuando éstas se enfrentan a la enfermedad y a la tragedia y, en su confusión, tratan de comprender la propia relación con Dios y Su papel en todo lo que está sucediendo.
    Las problemáticas surgidas a raíz del sufrimiento son diversas. Hay quien se interroga sobre el sentido de la justicia en la vida: "¿Cómo es que los buenos sufren y los malos lo pasan bien?". Hay quien, angustiado por la pérdida de la salud o de un ser querido, se pregunta: " ¿Cómo se puede seguir viviendo en un cuerpo mutilado o en una situación familiar que ha cambiado tanto?". Hay también quien, golpeado por continuas pruebas y tragedias, se pregunta si vale la pena seguir luchando.
    El agente de pastoral se introduce en el mundo de estas existencias turbadas. Su presencia es una llamada de Dios.
    Cuando los pacientes expresan irritación hacia Dios, el agente acepta sus sentimientos sin contradecirlos, ayudándoles a entender que Dios comprende su estado de ánimo.
    Cuando ellos exclaman: "Estoy buscando a Dios, pero no lo siento conmigo", el agente les ayuda a comprender que también el desierto o "el silencio de Dios" forman parte de la relación con Dios.
    Cuando se sienten culpables y tienen necesidad de perdón, el agente de pastoral se convierte en instrumento de reconciliación. El papel de confesor sigue siendo una de la expresiones de la guía espiritual.
    Con su guía, algunos reencuentran a Dios, otros aprenden a hacer cicatrizar sus heridas, otros incluso descubren un nuevo contexto intelectual y moral para su existencia.
    En el curso de su ministerio, el agente de pastoral tiene el privilegio de ser un guía importante en el proceso de esclarecer la fe, de sostenerla cuando está presente, de despertarla cuando está adormecida.
    La Función de Facilitación
    El pastor es el hombre de las relaciones. Su presencia puede sanar unas relaciones truncadas, desarrollar otras nuevas, fortalecer las existentes y someter a examen las demasiado impersonales. Las relaciones son portadoras de crecimiento y dan un sentido a la vida. La falta de relación causa desesperación y vacío. En tiempo de crisis, las relaciones desempeñan un papel vital, tanto en el proceso de curación como en el de desintegración.
    Ante todo, el pastor tiene la posibilidad de facilitar la relación del paciente consigo mismo y con su mundo interior.
    Llegan determinados momentos en los que el paciente se ve turbado por diversos estados de ánimo o tiene que tomar decisiones éticas difíciles, tales como una intervención quirúrgica, una terapia, entregar un niño en adopción, ingresar en una casa de reposo y otras similares. El agente ayuda a las personas las personas a identificar valores, sentimientos y responsabilidades y a integrarlos en el proceso de su toma de decisión.
    Además, su presencia contribuye a facilitar las relaciones del enfermo con el personal de Servicio. Su mediación es una ayuda para mejorar la comunicación entre las partes comprometidas. Cuando los pacientes se quejan de los médicos por sus visitas relámpago o por su terminología incomprensible, el agente les anima a solicitar un lenguaje más sencillo. Cuando es oportuno, informa con tacto al personal sanitario sobre las reacciones de los enfermos, con el fin de promover un servicio más eficaz.
    El pastor tiene la posibilidad de facilitar la interacción del paciente con su familia. A menudo, los miembros de la familia no se comunican entre sí, no se escuchan, no se ayudan.
    Discernir y esclarecer lo que está sucediendo, explorar posibles alternativas, guiar con discreción y sensibilidad, son formas de intervenir en las dinámicas del tejido familiar y de transformarlo cada vez más en una base de apoyo y de intimidad reciproca.
    El pastor tiene la posibilidad de facilitar la interacción de un paciente con otros pacientes. A escala menor, esto puede darse facilitando el encuentro entre pacientes para favorecer una relación de amistad y de ayuda mutua.
    A escala más amplia, el impulso que han adquirido en estos últimos tiempos "los grupos de apoyo" es el mejor testimonio de que para muchos el sistema de ayuda más válido debe ser buscado en un grupo que esté viviendo el mismo problema. Esta temática será tratada más extensamente en el capítulo "Grupos de apoyo".
    El pastor tiene la posibilidad de facilitar la relación entre el paciente y la comunidad de los fieles. La comunidad parroquial debe ser educada y sensibilizada para asistir a sus miembros enfermos y a las familias de éstos. Una comunidad está viva cuando los unos cuidan de los otros, especialmente en tiempo de crisis. El pastor se compromete a crear y a formar comunidades de servicio capaces de encontrarse y de entregarse a sus miembros enfermos.
    La Función Ritual
    Una dimensión privilegiada es la constituida por sus ritos cuando éstos expresan de un modo claro y apropiado el significado de las experiencias humanas. Para muchas personas, la palabra “rito” tiene una connotación negativa: está asociada a un formalismo vacío, a un puro conformismo. Lamentablemente, a veces ha estado reducida a esto.
    El rito es un medio para comunicar, mediante actos exteriores, realidades interiores. Interpreta las experiencias de vida en una perspectiva de fe, transmite la gracia divina y es portador de consuelo.
    Varios son los ritos a los que recurre el pastor en su esfuerzo por consolar y ayudar a los afligidos:
    La Oración: es un recurso precioso para ritualizar y consagrar la historia del que sufre. Cuando el enfermo está en buena disposición, es posible insertarla al acabar una visita. Ofrecer a Dios las preocupaciones y las esperanzas en forma de oración crea un sentido de presencia divina en la precariedad de la situación humana.
    Los Sacramentos: constituyen otra fuente de gracia. En el ambiente hospitalario, un sacramento característico es la unción de los enfermos, concebida en la óptica de la curación no sólo a nivel físico, sino también emotivo y espiritual. Quien acepta lo que no se puede cambiar, experimenta una curación emotiva; quien se renueva interiormente, experimenta una curación espiritual. Lo importante es ofrecer, antes del rito, una adecuada catequesis para ayudar al paciente y a la familia a apreciar el significado de los símbolos y la importancia de la oración comunitaria.
    Además de las oraciones, los sacramentos y las bendiciones, hay otros gestos que proporcionan consuelo y comunican solidaridad.
    Un gesto que he usado a menudo con las familias de los enfermos que se encuentran en los últimos días de su vida es el de invitar a los presentes a formar un circulo alrededor de sus seres queridos agarrados de la mano. El gesto simboliza la unidad de los presentes. A la recitación del "Padre Nuestro" le sigue luego alguna invocación u oración espontánea. El lenguaje es el vehículo para interpretar el momento; el agarrarse de la mano es el medio de comunicar unión y apoyo.
    La familia de una muchacha de veintiún años que estaba muriendo de leucemia encontró tanta fuerza en este gesto simbólico que decidió continuarlo por su cuenta, cada noche. Así, poco a poco, las lágrimas se transformaron en paz interior.
    Los ritos, pues, tienen el fin de celebrar y sacralizar los dolores y las expectativas, el amor y la fe de la gente. Sin ritos, las culturas mueren, las personas se sienten solas y determinados momentos de la vida quedan incompletos.
    Ministerio en Perspectiva
    La creatividad y la eficacia pastoral están vinculadas a una madura integración de la dimensión simbólica con la habilidad para escuchar la historias de las personas, facilitar su expresión y ritualizar sus contenidos.
    Las funciones "simbólica" y "ritual" representan los atributos litúrgicos o sacerdotales del ministerio y constituyen las dimensiones características del sacerdote. Las funciones de “consolador" y de "facilitación" son los atributos pastorales del ministerio y son compartidas con otros profesionales.
    La imagen negativa del sacerdote que a veces se proyecta hay que buscarla en la actitud de aquellos que han reducido el ministerio esencialmente a las funciones simbólicas y rituales, descuidando aquellas otras que comportan un mayor compromiso humano.
    Aunque existan situaciones particulares, como el caso de pacientes en coma, no se debe limitar la pastoral al simple sacramentalismo. Los recursos de la fe tienen que ser referidos a existencias concretas y ser integrados en la historia, en los significados, en la espiritualidad de los destinatarios, favoreciendo la primacía de la relación humana.
    En la dinámica de la visita pastoral, la función de "guía espiritual" puede servir de nexo entre las dimensiones puramente humanas (consuelo, facilitación) y las estrictamente sacerdotal es (simbólico-ritual). El guía espiritual es aquel que escucha el lenguaje del corazón y percibe las necesidades del alma.
    Cuando el pastor sabe integrar creativamente las diversas dimensiones de su identidad pastoral, su visita pastoral inspira e ilumina, y él se hace peregrino con los que sufren en el camino de la vida, en el camino hacia Dios.
    Naturaleza de la Pastoral de la Salud y sus Agentes
    “Lo que les mando es que se amen los unos a los otros.”Jn. 15,17
    Desde que Jesús entró en las historia, por su encarnación comienza una etapa de transformación para el hombre. La encarnación es el acto amoroso de Dios que se hace cercano y desea realizar un maravilloso intercambio con el hombre. Es la gran solidaridad con nuestra miseria, nuestro pecado, para asociarnos a la santidad (Cf. 2Cor.5,21).
     Esta proximidad de Jesús con el hombre tiene una identificación especial cuando este hombre es pobre, necesitado o está enfermo; según nos cuenta el relato de las Bienaventuranzas (Lc. 6,20-26; Mt.5,3-12) ellos son los primeros que participan del Reino. Esta identificación que Jesús tiene con los pobres no solo fue anunciada sino vivida intensamente con los que necesitaban perdón (Lc. 15, 3-32; 19, 1-10; 7, 36-50; Jn 8, 1-11).
     “El mandato supremo de la ley es ama a Dios de todo corazón y al prójimo como a uno mismo (Mt. 22,37). Cristo hizo suyo este mandamiento del amor al prójimo y lo enriqueció con un nuevo sentido al querer identificarse Él mismo con los hermanos como objeto único de caridad, diciendo: Cuantas veces hiciste eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hiciste (Mt. 25,40); y estableció la caridad como distintivo de sus discípulos con estas palabras: En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tienen caridad unos con otros (Jn 13,35). Por lo cual la misericordia para con los necesitados y los enfermos y las llamadas obras de caridad y de ayuda mutua para aliviar todas las necesidades humanas son consideradas por la Iglesia con singular honor” (A.A. 8)
     Hoy la Iglesia debe practicar el mismo mensaje y realizar los mismos gestos de Jesús; ella es su continuadora; toda ella está implicada (Mt 28; E.N. 13,14). Por ello la comunidad cristiana debe ser la gran servidora de los enfermos; debe encarnar el mensaje de la misericordia y reavivar, desarrollar y hacer crecer el carisma del servicio. Allí donde nadie va, ella debe ir. Esta preocupación no es exclusiva de quienes en la Iglesia han recibido la consagración para el ministerio, es de todos, debe serlo (C.D. 17; A.A. 6).
     Por ello la familia cristiana, como Iglesia doméstica, sometida a prueba por la enfermedad de uno de los suyos, ha de manifestar que es una comunidad natural de amor humano, no sólo en la abnegación y entrega personal y en la solidaridad de todos, sino entendiendo el bien espiritual del enfermo.
     A esta labor están llamados todos, porque todos, directa o indirectamente, servimos a uno solo. Además porque la vocación cristiana, por su misma naturaleza es vocación al apostolado; todos sus miembros han de comportarse de forma activa. Todos tienen el compromiso de que el mensaje de salvación llegue a todos.
    Tema tomado de: Mateo Bautista; “¿Qué es la Pastoral de la Salud?”; Edit. San Pablo;Buenos Aires 1996; Pags.35-ss.

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